martes, 9 de diciembre de 2014

Malala, Premio nobel de la paz



MALALA, PREMIO NOBEL DE LA PAZ



El pasado 10 de octubre la paquistaní Malala Yousafzai, con 17 años de edad, recibió el premio Nobel de la Paz, siendo la galardonada más joven. La Academia sueca le otorgó este premio por su lucha heroica para que las niñas de Pakistán tengan derecho a la educación y por mostrar que los niños y los jóvenes también pueden mejorar sus propias situaciones. También el año pasado recibió el premio Sajarov de la Unión Europea.
Con 13 años, Malala escribía un blog con el nombre de Gul Makai, donde relataba con detalles acerca de cómo era su vida bajo el régimen talibán. Sus relatos conmocionaron al mundo por hechos como la orden de cerrar las escuelas femeninas en el Valle de Swat, en Pakistán, donde ella vivía.
En 2012, Malala ya era un personaje conocido, aunque también incómodo para algunos sectores en Pakistán. El 9 de octubre de ese año sufrió un atentado que la tuvo al borde la muerte. Tras un coma y varias operaciones, la joven se recuperó para hablar con los grupos extremistas, para alcanzar la paz y permitir la educación gratuita y obligatoria de las mujeres. Tras su atentado publicó el libro Yo, Malala en donde narra su historia, su lucha y el mundo inaccesible para las mujeres en Pakistán.


SITUACIÓN DE LA MUJER EN IRAK

En un informe que se realizó a 1.700 mujeres de diferentes zonas de Irak se explica la situación que están viviendo. Por desgracia, siguen sin tener acceso a los servicios sociales básicos.
Las mujeres son las víctimas olvidadas del conflicto iraquí. A pesar del reciente incremento de la seguridad, una cuarta parte de las mujeres encuestadas aún no tiene acceso diario a agua, electricidad, comida, ni tampoco puede acceder a un tratamiento médico cuando es necesario. Un tercio mantiene a sus hijos sin escolarizar desde que empezó la guerra y alrededor de la mitad ha sido víctima de la violencia del conflicto. Además, más de tres cuartas partes de las viudas, no reciben la pensión gubernamental que les corresponde. Alrededor del 60% de las mujeres entrevistas han dicho que la seguridad continúa siendo su preocupación número uno.
Las madres no deberían estar siendo forzadas a tomar decisiones extremas como elegir entre pagar la escuela y los servicios de salud de sus hijos o pagar a una compañía privada que les proporcione agua y electricidad.
La situación de las mujeres en Irak es vergonzosa, porque en el Siglo XXI no se puede mantener este pensamiento tan arcaico. Aparte de que éstas no tienen ningún derecho en esos países, ni siquiera tienen la posibilidad de trabajar como cualquier hombre, sino que tienen que quedarse haciendo las tareas de casa y cuidando de sus hijos. Tampoco pueden vestirse como ellas quieran, tienen que llevar todo el cuerpo cubierto, menos los ojos. Su aspecto es el símbolo de su situación.

LUCÍA FDEZ RANCHAL Y MARTA VILLAREJO

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