MALALA,
PREMIO NOBEL DE LA PAZ
El
pasado 10 de octubre la paquistaní Malala Yousafzai, con 17 años de
edad, recibió el premio Nobel de la Paz, siendo la galardonada más
joven. La Academia sueca le otorgó este premio por su lucha heroica
para que las niñas de Pakistán tengan derecho a la educación y por
mostrar que los niños y los jóvenes también pueden mejorar sus
propias situaciones. También el año pasado recibió el premio
Sajarov de la Unión Europea.
Con
13 años, Malala escribía un blog con el nombre de Gul Makai, donde
relataba con detalles acerca de cómo era su vida bajo el régimen
talibán. Sus relatos conmocionaron al mundo por hechos como la orden
de cerrar las escuelas femeninas en el Valle de Swat, en Pakistán,
donde ella vivía.
En
2012, Malala ya era un personaje conocido, aunque también incómodo
para algunos sectores en Pakistán. El 9 de octubre de ese año
sufrió un atentado que la tuvo al borde la muerte. Tras un coma y
varias operaciones, la joven se recuperó para hablar con los grupos
extremistas, para alcanzar la paz y permitir la educación gratuita y
obligatoria de las mujeres. Tras su atentado publicó el libro Yo,
Malala en donde narra
su historia, su lucha y el mundo inaccesible para las mujeres en
Pakistán.
SITUACIÓN DE LA MUJER EN
IRAK
En un informe que se realizó a
1.700 mujeres de diferentes zonas de Irak se explica la situación
que están viviendo. Por desgracia, siguen sin tener acceso a los
servicios sociales básicos.
Las mujeres son las víctimas
olvidadas del conflicto iraquí. A pesar del reciente incremento de
la seguridad, una cuarta parte de las mujeres encuestadas aún no
tiene acceso diario a agua,
electricidad, comida, ni tampoco puede acceder a un tratamiento
médico cuando es necesario. Un tercio mantiene
a sus hijos sin escolarizar desde que empezó la guerra y alrededor
de la mitad ha sido víctima de la violencia del conflicto. Además,
más de tres cuartas partes de las viudas, no reciben la pensión
gubernamental que les corresponde. Alrededor del 60% de las mujeres
entrevistas han dicho que la seguridad continúa siendo su
preocupación número uno.
Las
madres no deberían estar siendo forzadas a tomar decisiones extremas
como elegir entre pagar la escuela y los servicios de salud de sus
hijos o pagar a una compañía privada que les proporcione agua y
electricidad.
La
situación de las mujeres en Irak es vergonzosa, porque en el Siglo
XXI no se puede mantener este pensamiento tan arcaico. Aparte de que
éstas no tienen ningún derecho en esos países, ni siquiera tienen
la posibilidad de trabajar como cualquier hombre, sino que tienen que
quedarse haciendo las tareas de casa y cuidando de sus hijos. Tampoco
pueden vestirse como ellas quieran, tienen que llevar todo el cuerpo
cubierto, menos los ojos. Su aspecto es el símbolo de su situación.
LUCÍA FDEZ RANCHAL Y MARTA
VILLAREJO
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